Así es como un grupo de piratas aprende a navegar en aguas turbias.
En el día a día inmediato, es muy fácil olvidar la relevancia que tienes y la manera en que impactas a las personas que trabajan contigo. Hace un par de semanas, regresé de un increíble viaje a Madrid, después de haber tenido la oportunidad de ser elegido para representar a Colombia en Sea Legs, un programa que forma parte de GLP by TBWA Worldwide. Sin temor a ser sincero, puedo decir que este tipo de experiencias no son lo mío, no soy un gran fanático de ellas, aunque puedo decir que genuinamente intento interesarme por las personas, ayudarlas y apoyarlas tanto como sea posible. Sin embargo, mi visión del trabajo está definitivamente muy enfocada en el trabajo en sí mismo. Incluso recuerdo haberle dicho esto a Dave, el VP de TBWA, cuando nos encontramos en Madrid (un movimiento arriesgado, pero eso es lo que pasa cuando te tomas un par de cervezas y gin tonics).
Mi punto con todo esto es que tenía muy claro que ir a este programa me haría sentir extremadamente incómodo. Estaba aterrorizado por todo y por nada al mismo tiempo. Decir esto me parece importante porque si hay algo que he aprendido en esta agencia o colectivo creativo, como hemos decidido llamarnos, es que ser vulnerable, humano y sincero no es sinónimo de debilidad sino de fortaleza. Exponer eso en este artículo, que cualquiera puede leer, es decirles que no importa la posición, la edad o la experiencia, todos tenemos miedos y todos estamos trabajando para ser mejores en algo. No soy diferente de ninguno de mis pares, fui y sigo siendo un junior (Always in beta, como dijo Rob S.), no lo sé todo, ni espero saberlo todo. Al decir esto, envío un mensaje a los más de 110 piratas en Colombia para que se atrevan, porque solo aquellos que se atreven, ven y experimentan cosas nuevas.
Tú puedes ser el próximo en un GLP…
Estrategia, Arte, Finanzas, Creatividad, solo tienen que buscarlo.
Continuando con la idea de las personas, en este viaje conocí al menos a 43 piratas, todos de diferentes países, diferentes oficinas, diferentes culturas y más, cada uno con algo único y especial. No dormimos un carajo, entre tapas, vinos y la intención de tomarse esto en serio sin dejar de compartir y conocer el lugar, dormíamos como mucho 5 horas (o por lo menos yo). Al día siguiente nos levantábamos temprano para no perder el desayuno (un momento particular en el que todos se sentaban en mesas separadas y se intercambiaban miradas fingiendo no conocerse), momento que marcaba el inicio de sesiones muy complejas sobre nuestro impacto en el día a día de las personas que trabajan con nosotros.
¿Cómo estás impactando a estas personas? ¿Qué tan consistente eres? ¿Cuál es tu plan con ellos? ¿Cuál es el plan?... ¿Cuál es el plan? Kase.O de VV dice en una de sus canciones: "Yo tampoco sé vivir, estoy improvisando". No voy a mentir; nunca pensé en cuál era el plan. Creo que la vida hoy es mucha improvisación con riesgos medidos. Tengo objetivos, sí, pero la vida ahora se mueve a una velocidad que complica la predicción, así que muchas veces durante esta semana me pregunté: ¿Cuál es mi plan? Y si no hay plan, es difícil ser consistente, intencional, exigente y sobre todo, un líder.
¿Y a dónde me llevó pensar en esto? Bueno, ¿recuerdan esos desayunos donde todos intercambiaban miradas y hablaban poco? Nadie dejó que ese momento de cansancio o tensión cambiara las cosas. El plan es ser consistente. La gente es difícil, claro, porque los humanos son momentos, así que debemos abordar cada uno de esos momentos con una intención y actitud diferente. Esta experiencia colectiva me hizo entender que debemos estar atentos a la individualidad, a las necesidades de la persona. La misma fórmula no aplica para todos, necesitas un plan individual para cada persona. Si bien los desayunos seguidos de extensas sesiones que eran difíciles de procesar y nos mostraban en nuestro punto más bajo de energía, nadie dejó que eso determinara la fuerza de nuestra conexión y mucho menos el desarrollo de nuestra relación. El día terminaba, hablábamos, reíamos, caminábamos, hablábamos sobre nuestras familias, planes, oficinas, problemas, amigos, la vida en general, y estábamos presentes de nuevo para nutrir ese vínculo.
No sé cómo, pero encontramos un lugar para acercarnos una vez más.
La gente es difícil y nos hará sentir incómodos muchas veces, especialmente si tienes la intención genuina de trabajar con y para ellos. La gente es difícil, pero son el activo más valioso que tiene este colectivo. Así que escuchemos más, hablemos menos, seamos más intencionales y sobre todo, más consistentes, porque todos tenemos un momento como esos desayunos en el Hotel Villa Real, donde queremos que alguien se siente con nosotros, o simplemente nos deje comer solos, pero como líder, debes encontrar la manera de estar siempre ahí, incluso cuando no estás presente.
Y sí, ahora pienso que este tipo de experiencias son lo mío. No se trataba solo de los nuevos +35 amigos increíbles que hice, sino del vino a las 11 am y de tener una excusa para practicar mi inglés en España (bastante irónico) que por cierto, fue la hostia.
ER.